El Sol es el centro de nuestro sistema, fuente de toda la creación y vida en el Universo, el eje alrededor del cual giran los demás aspectos del Cosmos, el Astro Rey. Por eso, sus ciclos y movimientos inspiran el culto y la veneración desde que la vida es vida.

La historia del Sol es la historia de la Luz que, desde el espacio, llega a nuestro Planeta Tierra y crea el Tiempo y la Vida. En este sentido, cada Equinoccio  y cada Solsticio son momentos en los que experimentamos un punto de inflexión en el ciclo de la luz solar.

Gran parte de las religiones antiguas extraían sus principios filosóficos de una atenta observación de la naturaleza, y particularmente de los astros.

El Sol era el símbolo de la personalidad, el sí mismo divino, el gran héroe que atraviesa todo tipo de peripecias en su viaje anual, incluyendo el descenso al inframundo, lo cual marca el triunfo de la luz y la prueba de la inmortalidad de la vida, que siempre se regenera.

El ser humano entonces es el pequeño Sol que atraviesa arquetípicamente las mismas permutaciones que el Sol y que debe convertirse en el héroe inmortal de su propio psicodrama cósmico.

Así entonces el solsticio de invierno es un tiempo de recogimiento, de conservación de la energía, de práctica espiritual y renacimiento.Un momento para reflexionar sobre qué parte de mi luz para crecer.

Fuentes varias.